MÁRTIRES
JESUITAS, al
servicio del Oriente árabe (1975-1989)
por el P. Camille HECHAIMÉ,
Dar
el-Machreq
El P. James Finnegan (1912-1984), estadounidense
Nació en Nueva York. Era estadounidense de origen irlandés. Entró en la Compañía de Jesús a los 19 años. En 1937, al saber que el superior de la Compañía, el P. Ledochowski, pedía voluntarios para mandarlos trabajar en los países árabes e islámicos, se ofreció para la misión. Vino al Líbano y se puso a estudiar la lengua árabe en Bickfaya (1938-1940), luego en Alepo (1940-1941). Se quedó en la provincia de Oriente Próximo y se dedicó a estudiar la teología en Beirut dónde lo ordenaron de sacerdote (1944). Después de haber enseñado tres años las instituciones islámicas en el Instituto Oriental de Roma, volvió a Beirut de forma definitiva para enseñar la filosofía. Recordamos aún sus primeros años de docencia en la universidad. Fue en 1950. Éramos alumnos de primero de bachillerato. Lo veíamos venir de vez en cuando al colegio para asistir con nosotros a las clases de literatura árabe que impartía el erudito enciclopédico el doctor Fouad Afram Al Boustani. Entraba en la clase, se dirigía discretamente a un sitio al fondo del aula y se sentaba sin decir palabra. Su presencia nos resultaba imponente. Cuando entraba nos decíamos entre dientes: “ha venido el orientalista” y parábamos algunas de nuestras diabluras que, en todo caso, no iban muy lejos teniendo en cuenta nuestro amor y gran respeto para el profesor.
La filosofía griega y su historia era la especialización del P. Finnegan. Un libro que redactó en árabe, fruto de algunas de sus investigaciones, fue publicado después de su muerte. Enseñó, además de la filosofía griega, la filosofía escolar y los filósofos árabes en la universidad jesuita (1947-1974), la Universidad Espíritu Santo de Kaslik (Líbano), la Universidad Libanesa y el Instituto San Pablo de Harissa. Cuando el erudito jesuita Maurice Bouyges falleció en 1951, tras haber logrado una hazaña sin precedente al publicar, sucesivamente y en grandes tomos, El Comentario de la Metafísica de Averroés, el P. Finnegan se encargó de llevar a cabo, junto con el lingüista el P. Fleish, la comprobación de la introducción manuscrita que dejó el P. Bouyges.
A pesar de su gran dedicación a la docencia e investigación, el P. Finnegan estaba cerca de la gente en general y de sus estudiantes en particular. Era amable y dulce con sentido del humor. Ayudaba a los demás cuanto podía. El 26 de febrero de 1984, por la tarde, salió de su residencia camino al hospital Hôtel-Dieu para celebrar la misa, sin temor al peligro de los obuses que caían de cuando en cuando sobre los barrios residenciales. Cuando llegó a la mitad del camino, un obús de esos lo alcanzó convirtiéndolo en mártir del deber y del amor.
El P. Finnegan hubiera podido ser haber dejado estadounidense, haber dejado el Líbano cuando estalló la guerra. Pero no quiso romper el pacto ni dejar un barco luchando contra las violentas olas. Se quedó en medio de un peligro que no ignoraba. Poco antes de morir escribió una carta a su hermana diciendo: “El Líbano se ha vuelto mi país tal y como los estados Unidos se volvieron el país de mi padre cuando emigró de Irlanda.” James Finnegan dejó a sus padres y patria para servir al hombre en el oriente árabe. Derramó su sangre por su nueva patria. He aquí el amor más grande.